En este artículo te aconsejamos ciertas oraciones célebres para festejar este fantástico día. Cabe apuntar que es esencial que los padres se sientan reconocidos por la tarea que realizan como cuidadores y docentes de los hijos. Es cierto que desde que Adam nació, me he encontrado con gente que se sentía aterrorizada y repelía el pensamiento mismo de la discapacidad. En el momento en que tenía tres días, lo sujeté en su pequeño porta-bebés que descansaba sobre mi pecho y me fui al campus de Harvard en donde charlé con varios de mis compañeros de clase, amigos y profesores. Ni uno miró directamente a Adam o logró comentario alguno sobre su nacimiento.
Cuando nuestra familia pasaba sus vacaciones en Hawaii, montamos en una pequeña embarcación con unos 50 turistas para visitar un banco de coral donde podríamos bucear. El barco se encontraba dotado con un tobogán deslizante por el que los nadadores bajaban y caían a unos diez pies por encima del agua. Adam con sus ocho años, que nadaba ahora como un pez, decidió que deseaba bajar por el tobogán, pero cuando estaba ahora subido, se dio cuenta que el descenso era mucho más largo de lo que aguardaba. Con todo precaución y agarrándose a los bordes del tobogán, fue bajándose hacia el agua, después se paró en el transcurso de un minuto larguísimo, cargándose de ánimo para pegarse la zambullida. Al fin, tomó aire profundamente, levantó sus brazos, y saltó del tobogán al agua.
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Con lo que, tanto los progenitores como las madres son los primordiales causantes de proporcionar precaución, protección, acompañamiento y cariño a los pequeños. El 19 de marzo se celebra el Día del Padre. En esta fecha se honra a la figura paterna y se conmemora el amor, el cariño y la atención recibida por su lado a lo largo de todo el año.
Se encontraba yo tan absorbida animándole que no me había dado cuenta del resto personas en el barco, por lo que me vi tan asombrada como Adam en el momento en que sonó un colosal y espontáneo aplauso por parte de todos. Nada hubo en ello de forzado o de transigente; estas personas sencillamente deseaban que Adam lo lograra, y su alegría cuando lo logró fue completamente auténtica. Quizá fue por el hecho de que, en el fondo, cada uno tenía algo de perdedor, y podían identificarse tanto con el miedo de Adam como con su valor. Con su típica despreocupación, Adam volvió a subir a la embarcación, saludó a la audiencia que le felicitaba, y pasó el resto del viaje prestando asistencia a otros chicos a vencer su miedo para tirarse por el tobogán. En este momento, lo cierto es que vuelvo la mirada hacia aquellos temores en el momento en que necesito alivio, porque cada uno o demostró ser falso, o me llevó hacia alguna experiencia transformadora que al final me dejaba mucho más feliz de lo que era hasta el momento. Me llevó bastante tiempo terminar mi proceso de duelo, probablemente pues en la entera historia del globo, nunca hubo un individuo menos interesada que yo en tener un hijo con retraso mental.
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Esta será una espléndida experiencia para su hijo, y preveo que aun lo será mucho más para usted. Cuando la gente tiene vivencias casi mortales, tiende a reaccionar poniendo el cariño en el centro de sus vidas. Los años que tienen la posibilidad de haber pasado persiguiendo la alegría a base de conseguir o de comprar, vienen a parecer vacíos si se equipara con el tiempo que pasan con la multitud y en ocupaciones que mucho más aman. Adam, al igual que otra gente con síndrome de Down que conozco, nunca pierde esta visión. Rechaza gastar su tiempo en cosas que no quiere (afortunadamente, le encanta llevar a cabo sus tareas del hogar, ordenar sus cosas, hacer cosas agradables para el resto, y exigirse a sí mismo física y mentalmente).
Según Adam fue creciendo, noté que mi visión de la humanidad se iba realizando pausadamente menos insolente de la que tenían los profesores de la Ivy League y los profesionales más prestigiosos con los que yo había trabajado. Absorbidos enteramente en su proverbial carrera de ratas, mis colegas tienden a conocer a la gente generalmente como a ratas. Pero a causa de la presencia de Adam en mi vida, he llegado a opinar que la mayoría de la gente tienen un gran corazón, deseosas de admitir a cualquiera que desee aceptarles a ellas.
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El obsequio que traen consigo estos seres inusuales se da a conocer de una manera mucho más lento y sutil, durante meses, años y décadas. Pero sé que para mí, y para otros varios progenitores de pequeños con síndrome de Down, estos regalos compensan con creces cualquier mal o desengaño que podamos padecer gracias a su discapacidad. Múltiples años tras el nacimiento de Adam, una amiga a la que había conocido en la escuela secundaria me llamó para decirme que terminaba de dar a luz un hijo con síndrome de Down. Debí refrenarme para no mencionarle, “¡Vaya, felicitaciones! Tuve que recordarme a mí misma que debía respetar su tristeza, sus miedos, el dolor de unos sueños frustrados.
Nunca te burles de alguien especial, lo destacado que puedes llevar a cabo es ofrecerle tu ayuda y enseñarle cosas hermosas para progresar, el o ella te lo agradecerá. “Un padre es un hombre que espera que sus hijos sean tan buenos como él hubiese querido ser”. Para conseguir, a través del conocimiento, el respeto y la empatía, vivir en una sociedad con inclusión real.
Yo me hice escritora y asesora vocacional, lo que hallé infinitamente conveniente a tener un puesto real de trabajo. Puede interesarles comprender que gente como Hables de Gaulle, la autora Pearl S. Buck, el ensayista George Will, el entrenador de fútbol Gene Stallings, y un conjunto de personas con bastante éxito tuvieron hijos con síndrome de Down. Existen problemas para combinar cualquier carrera con el ser padres, pero la condición de su hijo de ninguna manera es un obstáculo insuperable para lograr los objetivos de su vida.
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Pasé meses de angustia mental, antes y una vez que mi hijo naciese, en desafío por el bebé “perfecto” que había perdido y miedosa por el bebé que había tenido en su lugar. Si acaba de entender que su hijo tiene síndrome de Down, le animo a que deje que sus conmuevas fluyan con toda la intensidad y durante en todo momento que desee. No deje que nadie le afirme que “debe animarse”, que mire al lado luminoso, que deje de sentir lo que siente. La única reacción que es errónea es la que no es genuina, incluida cualquier muestra falsa de resignación o de alegría. Si se deja dolerse de sí, notará que esos terribles sentimientos son finitos, y que el hecho de aceptarlos le permite avanzar hacia un lugar más feliz. Esta fue probablemente la idea más descorazonadora que escuché durante la etapa apenada y pavorosa que pasé desde el diagnóstico de Adam hasta su nacimiento.
Es cierto que esto se debería valorar todos y cada uno de los días. Pero también es bonito y especial que haya una fecha específica marcada en el calendarioen la que los progenitores de familia son los primordiales personajes principales de la celebración. El almacenaje o acceso técnico que es empleado exclusivamente con objetivos estadísticos. Si piensas que mi publicación puede ser útil a otras familias, recuerda compartirla mediante tus comunidades y WhatsApp 💜.