Por eso aquí Dios se esconde a nuestra cabeza (es bastante grande…). Lo que aparece con toda claridad es nuestra miseria y pecado, nuestra nada. En el momento en que al final, después de la mucho más intensa noche, quedemos reducidos a nada, Dios va a ser todo para nosotros. Y entonces vamos a ser en plenitud Jesús para el Padre.
Junto a Jesús y María están todos y cada uno de los bienaventurados que se atraen por sus hermanos peregrinos. En esa comunión entran las órdenes contemplativas y muchos intercesores anónimos, cuyos nombres están anotados en el cielo. En la persona de este modo transformada, Dios sólo ve a Jesús; lo que escucha desde ella es la voz de Jesús clamando en favor de sus hermanos. Quien habitualmente se sumerge en el silencio sagrado del Muy santo Sacramento, se marcha adentrando en el alma de Jesús, y transporta camino de esa transformación.
Falta el Santísimo, que calor da a nuestras iglesias y capillas. Maravilloso entrar en una iglesia católica en cualquier momento y ver una lucecita que silenciosamente anuncia “El Señor está aquí”. Considerablemente más maravilloso entrar en una humilde capilla y contemplar el Muy santo expuesto.
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Ofrezcamos esos méritos por la santificación de su Iglesia, por la salvación de todos los redimidos. ¿Qué ocurre en el momento en que por la edad o enfermedad el consagrado se transforma en un vegetal…? El Espíritu Santo sigue su obra de consagración y santificación. Quizás esta sea la parte más bella de su historia, la identificación mucho más plena con la víctima eucarística; la entrega mucho más total de su ser a su Dios y Creador. La vida del católico jamás va a ser una vida inútil; es una eucaristía con Cristo Jesús.
En él todo nuestro ser, aun nuestro cuerpo, es consagrado como templo de Dios . Esa consagración se renueva y ahonda en cada misa por la acción del Espíritu Santo, en el momento en que el Sacerdote eterno dice, “O sea mi cuerpo”. Por tanto, “glorificad a Dios en vuestro cuerpo”; no lo profanéis entregándolo a la concupiscencia. Al principio de encuentros algo prolongados de intercesión, es bueno ungir a los participantes con óleo sacramental, pidiendo el carisma de intercesión universal, que implica sobre todo esta triple gracia.
Esta es la intercesión mucho más vigorosa y decisiva con que contamos todos y cada uno de los redimidos. “Jesús tiene un sacerdocio inmutable, pues continúa para toda la vida. Por eso puede socorrer con perfección a aquellos que por él se aproximan a Dios, estando siempre y en todo momento vivo para interceder en su favor” . “El entró una vez para siempre en el santuario con su sangre, que purifica nuestra conciencia se sus obras muertas, para servir al Dios vivo” . Merced a la renovación carismática millones de católicos descubrieron la hermosura y el poder de la alabanza.
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El término Eucaristía se usa desde el siglo II . Antes se llamaba Fracción del pan o Cena del Señor. Ser eucaristía significa dejarse romper, dejarse comer como el pan; entregarse sin reservas al servicio de Dios y de los hombres. El que hace la intención del Padre ese es mi hermano, mi hermana, mi madre” . Este es quizás el mayor elogio de María, pues ella logró como nadie la intención de Dios en todo momento. Ser Jesús para el Padre significa acoger con gratitud infinita el cariño infinito del Padre.
Dios escucha en silencio nuestras intenciones, nuestras intranquilidades, nuestros delirios y entiende las limitaciones y las torpezas propias de nuestra condición humana. A lo largo de la celebración de la vigilia, organizada por la Pastoral de Juventud, diversos curas, entre los que se encontraba nuestra nuestro, Mons. Javier Martínez, administraron el Sacramento del perdón de los errores.
Recoge el precio de nuestra salvación y lo canaliza a los mucho más necesitados. Por eso, para ser intercesor hace falta un corazón de madre, abierto a todos sin discriminación, sin prejuicios, sin reproches; un corazón que exprese la ternura infinita de Dios. La intercesión es una misión maternal que trata de levantar a los caídos, mantener a los vacilantes, sanar a los heridos, respaldar y alentar a los que van por buen camino. La Iglesia y sus sacramentos de gracia han nacido del costado de Cristo abierto en la cruz (Jn 19,33-37).
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“Esta es una aspiración que hace al alma Dios, en que la absorbe profundísimamente en el Espíritu Santurrón, enamorándola con primor y delicadez divina, según aquello que vio en Dios. El Espíritu Santo, derramando el cariño de Dios en nuestros corazones , nos hace sentir como otro yo, o mejor, como otro Jesús, a cuantos comulgamos juntos y comulgamos en plenitud. La comunión es plena cuando nos entregamos sin reservas al Señor y a los hermanos en la fe. Lo que solo es viable en el momento en que verdaderamente nos enamoramos de Jesús.
Nuestra filiación divina no es algo estático y acabado. “Desde ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que vamos a ser. Entendemos que en el momento en que se manifieste vamos a ser semejantes a él, pues le observaremos tal cual es” . El pan del cielo, con que el Padre nos alimenta, nos asiste a medrar como hijos hasta llegar a la plenitud de Cristo, el Hijo amado (Rm 8,29; Ef 4,13). A) Haced presente mi cuerpo y sangre como sacrificio de la nueva coalición y alimento de mi pueblo. Al lado de Jesús está siempre y en todo momento su Madre y nuestra, la Virgen María, que a todos nos transporta en el corazón, y muy dentro de él a los intercesores.
Y es quien en este momento lo hace que se encuentra en cada Eucaristía. En el siglo XVI el arquitecto Fontana erigió en Plaza de San Pedro un obelisco egipcio de 25 mts. Para esto se emplearon 1500 hombres, además de numerosas bestias; todos actuando bajo la dirección del mismo arquitecto. Para que la intercesión universal sea eficaz, es preciso que muchas personas oren de acuerdo mutuo . Por eso acostumbran a fijarse ciertas intenciones específicas para cada sesión. Lo esencial es que todos y cada uno de los intercesores se mantengan abiertos y obedientes al Espíritu Beato, el gran arquitecto que dirige la construcción de la Iglesia.
Para ella se sirve Dios de una mujer pobre y humilde. El Espíritu se encarga de las considerables maravillas de Dios, como la presencia eucarística de Jesús entre nosotros. Ciertas iglesias protestantes en Suecia preservan su vieja estructura católica. Al ingresar en una de ellas fuera de las horas de culto se palpa un enorme vacío.
Side One / Lado Uno Canción De Inicial/ Opening Song Oración De Apertura / Opening Prayer Al Santísimo Sacramento (juntos)
“El cariño cubre multitud de errores”, asegura san Pedro . La eucaristía no se debe recibirla en pecado mortal . Pero de la eucaristía no se debe retraerse por esa multitud de errores menores que se amontonan en todo el día, y de la semana.