Poema A La Madre-gabriela Mistral

Corregido el error, ella proseguía bordando y yo, entre uno y otro versículo, tocaba a hurtadillas la lona, que me gustaba sobar, por el tacto del hilo de oro duro en la seda blanda. Para comenzar, yo había volteado y cogido, arquetipos judíos en el artículo escolar que conté. Pero me los había dado en una versión cansado convencional, y con un sabor desapacible. Y lo bíblico, relato o canto, hay que tocarlo de manera directa, aunque sea en las traducciones; hasta magullado el espíritu de la lengua hebrea asoma en ellas aquí y allá, como los músculos de un prisionero entre el rollo de las cadenas. Toda traducción es una especie de cuerpo cautivo, esto es, mártir, pero es conveniente siempre la traducción a un arreglo escolar de los relatos. Aire insensato, estrellashirvientes, ríoterco, porfiado búho,sobre mi hijo.En la noche tan grande,tan poco niño,tan poca prueba y seña,tan poco signo.

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Su lírica es un poco más complicada que las otras, por lo que está sugerida para madres amantes de la poesía o de las artes en general, especialmente si admiran a esta conocida poetisa. Una bella descripción poética de una madre, que de seguro describe algún aspecto de la tuya. A pesar de las distintas que probablemente halla en esta relación no hay dudas de que el amor de una madre a un hijo es único y que o sea recíproco. Comparte si estas buscando un poema para tu madre y si sientes que representa tus sentimientos y sensaciones, por el hecho de que es de las mejores descripciones que puedes encontrar. Si te vas, hasta en ios musgosdel sendero rompes mi alma;te muerden la sed y el hambreen todo monte o llanaday en cualquier país las tardescon sangre van a ser mis llagas. Yo comprendía, con exactamente el mismo comprender de hoy, que Aquel a Quien se charlaba rindiendo cuentas, a Quien se pedía la fuerza para caminar y para resolver, y para capitanear hombres, era el tremendo y suave Dios Padre, el Dios de la nube rasgada, por donde Él veía vivir a su Israel.

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Comprendía yo, en cualquier caso, ciertas cosas de bulto, por servirnos de un ejemplo, que un hombre fantástico, mi héroe David, chillaba a todo lo ancho del grito su amor de Dios, tal y como si estuviese chillando sobre la cara mismo de lo Divino. Yo comprendía que ese hombre le entregaba a Jehová sus compañías de cada día, pero asimismo sus mínimos cuidados de la hora. Yo sabía que el hombre David tomaba su licencia de Él, lo mismo que yo la de mi abuela, de esta manera para luchar para alegrarse o tocar los instrumentos músicos. Vergüenza tanta nochey tanto río,y «tanta madre tuya»5,niño dormido.Achicarse la Tierracon sus caminos,aguzarse la esferatocando un niño. Y exactamente en qué huertas en flor, al lado de qué aguas corrienteslavara, en primavera, su sangre de mi pena,si fui triste en las landas y en las tierras clementes,y en toda tarde mística charlaría en sus venas.

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Conocí lado a lado la vida del campesino de Aconcagua que en mi memoria se me une al campesino de Coquimbo en un solo bloque. Caricia Madre, madre, tú me besas, pero yo te beso mucho más, y el enjambre de mis besos no te deja ni ver… Si la abeja se entra al lirio, no se siente su aletear. Yo te miro, yo te miro sin fatigarme de mirar, y qué lindo niño veo a tus ojos asomar… El estanque copia todo lo que tú mirando andas; pero tú en las niñas tienes a tu hijo y nada más. Los ojos que me diste me los tengo de gastar en proseguirte por los valles, por el cielo y por el mar…

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Dejó nuestra casa en el momento en que yo tenía tres años; regresó a visitarnos a Diaguitas, cuando yo contaba unos diez, pero tampoco se quedó con nosotros. Prácticamente toda su historia la pasó en su provincia natal de Atacama, creo que en el valle del Huasco donde su padre don Gregorio Godoy tenía tierra y ganados. Hay sangre suya dejada en esa región, donde él se formó una o más familias eventuales. Había en él igual errantismo que en mí, y jamás vivió mucho tiempo en un mismo rincón; conocía la pasión de la tierra, pero de la geografía caminada, y su vida fue a un mismo tiempo dolorosa y hermosa, exenta de hábitos burgueses de sedentarismo, y extraña, cuando me la cuentan, como una fábula que me hace llorar. Mi recuerdo de él pudiera ser amargo por la sepa, pero está lleno de admiración de muchas cosas suyas y de una inocencia filial que es profunda.

2.Madrecita mía Madrecita mía, madrecita tierna, permíteme decirte dulzuras extremas. Es tuyo mi cuerpo que juntaste en ramo, deja revolverlo sobre tu regazo. Juega tú a ser hoja y yo a ser rocío, y en tus brazos locos tenme suspendido.

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«Y aquí estoy, aquí he vuelto siguiendo la corriente de mi destino maldito, envuelto en la ignominia, arrastrando mi existencia miserable sellada con el sello del delito. ¡Si supieses, Esther, el peso de mi delito, si comprendieras las horas de remordimiento, si leyeras en mi alma los rayos negros con que llevo escrito en ella tu nombre puro! Mujer, perdóname, tu perdón es lo único que espero en el mundo antes de morir; fui criminal, perdóname les lo ruego; mira que la desaparición se aproxima con paso presuroso, y me resta muy poco antes que me ahogue entre sus brazos. Yo sé que mi delito, mi calumnia te hizo infeliz, yo sé que desde ese momento andas muerta en vida, pero piensa que aun en mis sueños no he encontrado reposo; créeme que al atravesar los montes y los árboles éstos me ha semejado que me hablan y que me llaman ¡asesino! ¡El pan de mis días fué muy amargo, mucho más que el tuyo pues fué devorado en mis horas de atroz angustia! «Madre, en el fondo de tu vientre se hicieron en silencio mis ojos, mi boca, mis manos.

Tras el recitado de mi abuela, bastante retardado, derretido de furor, pues nunca lo dijo mecánicamente, aunque se lo supiese como la tabla de multiplicar, venía la parte menos interesante para mí. Doña Isabel volvía a empezar la hebra de versículos, que yo debía en este momento reiterar y echarme a cuestas de la memoria. Mi memoria siempre y en todo momento fue mala, y más que nada, incapaz de fidelidad, y yo repetía, saltando a cada trecho palabras propias, de las que mi abuela medio se indignaba, medio se reía. Con su risa blanca en la cara roja, me chillaba de que yo podía cambiar cosas en cualquier texto menos en esos, en sus Salmos, en su salterio. Yo comprendía bastante los Cánticos Bíblicos, con relación a mis diez años, pero no creo que comprendiese más de la mitad.

Y es religioso todo mi corazón, desde el instante en que transporta el misterio. Y con tu corazón, el fruto de veneno,y tus labios que hubiesen otra vez renegado.40 lunas él no durmiera en mi seno,que solo por ser tuyo me hubiera descuidado. Yo quise un hijo tuyoy mío, allí en los días del éxtasis ardiente,en los que hasta mis huesos temblaron de tu arrulloy un ancho resplandor medró sobre mi frente.

Caricias, De Gabriela Mistral

Un clásico entre los poemas para una madre que murió, un tanto triste quizás, pero que sirve para para reflexionar y meditar sobre a relevancia de tu madre en tu vida y el punto de comienzo para valorarla un poquito mucho más. Sin ningún género de dudas, “A mi madre” de Vicente Riva Palacio es de los mejores poemas para una madre fallecida que vas a hallar. Partiendo desde una lectura así del poema y habiendo visto los elementos literarios presentes en la obra poética de Gabriela Mistral, tenemos la posibilidad de afirmar que hablamos de una canción de cuna. La copla, como es extensamente conocido, se ha empleado desde antaño para la composición de canciones populares. Un ejemplo de canción de cuna compuesta con versos octosílabos sería la deEstrellita dónde estás. Ay, gozo fresco para nosotros y, anchura dulce, la de esta abra de reunión donde podemos, con los ojos puestos en los ojos, comer igual bocado de oro en nuestro Job, ciudadano del dolor, en el Jacob, abajador de la Tierra al cielo y en el David, que tañía, tañedor mejor que el salterio, el corazón del género humano.

Volveré, Volveré, A La Casa Del Padre Volveré Le Diré, Le Afirmaré: Contra El Cielo Y Contra Ti Yo Pequé

Tiempo después, entre los 15 y los 20 años, y sobre contarlo, porque es la aventura de cualquier sudamericano, les digo que anduve haciendo sesgueos estúpidos y dándome tumbos vergonzosos con lecturas ínfimas, del cinco al diez, con novela y veros que eran insensateces de hospicio… La nieta comenzaba a recibir aquel chorro caliente de poesía, de supones despeñadas por el dolor de un reyezuelo de Israel, que se volvió el dolor de un Rey del género humano. Yo oía la tirada de Salmos que unas ocasiones eran de angustia aullada y otras de gran júbilo, en locas aleluyas que no parecían saltar del mismo labio lleno de salmuera. Con mis ojos busco ahora en los rostros el dolor de las supones, para que el resto miren y comprendan la causa de mi mejilla empalidecida.