El hábito suele ocultar a medida que el niño medra pero, en la mayoría de los casos, se relaciona con el estrés y la ansiedad. A los niños motivados para dejar de hacerlo se les puede enseñar a reemplazarlo por otros hábitos (por ejemplo, girar un lapicero). Un sistema de premios, en el que el niño guarda mucho más premios por no efectuar un determinado accionar, podría reforzar el accionar esperado.
A parte del aspecto estrictamente conductual, es esencial pensar asimismo sobre el aspecto emocionalque acompaña a los comportamientos de nuestros hijos. Un caso de muestra son las formas de proceder inapropiadas en el contexto escolar, a menudodeterminadas por malas intenciones que influyen en la educación y en la motivación escolar. Por lo contrario, cuantas mucho más emociones positivas logre vivir el niño en el entorno escolar, mucho más va a aprender y se va a sentir animado a estudiar.
¿De Qué Manera Se Diagnostican Los Trastornos Del Comportamiento?
Esto no significa que nos sirva para cualquier situación o problema, en tanto que en todos y cada comportamiento influyen múltiples causantes que necesitan de un régimen muy individualizado. Pero sí nos puede asistir, a grandes rasgos, a comprender los elementos escenciales que influyen en los inconvenientes de conducta en niños y a accionar sobre su modificación. Las emociones vividas por los progenitores y, por norma general, por los adultos influyen muchísimo en el momento en que se procura poner límites a las conductas de un niño. Si los mayores son personas inquietas, pondrán nerviosos a los pequeños. Si los adultos mantienen la calma y la solidez bastante, los niños actuarán en consecuencia. Con el apoyo de los límites, nuestros hijos aprenderán a discriminar lo que está bien de lo que está mal, y se les dará una buena guía para su avance futuro.
Se puede ofrecer la oportunidad de seleccionar aun a niños pequeñísimos, por servirnos de un ejemplo ofreciendo la posibilidad de seleccionar que camiseta ponerse o en qué silla quieren sentarse para comer, etc. De manera frecuente nos olvidamos de que nuestros hijos poseen muchas capacidades y, cada día, ponen en marcha muchas formas de proceder adecuadas. Estas se expresan de manera sencilla, como por poner un ejemplo cooperando en pequeñas tareas, ayudándonos a almacenar la compra o llevando algo del supermercado. A veces pasa que nos centramos mucho más en lo que es negativo en lugar de en lo positivo y, de esta forma, el mundo cerca del niño está formado por muchos “NO”. El adulto tiene que llevar a cabo hincapié en las formas de proceder correctas y, muchas veces, esta actitud implica un clima de reconocimiento positivoque asistencia al niño a sentirse “bueno” y NO “malo”.
Hábitos Relacionados Con El Estrés En Niños
Existen muchos profesionales acostumbrados a trabajar con pequeños que tienen la posibilidad de ayudar. Los pediatras y los expertos de enfermería conocen de primera mano al niño y a la familia. Asimismo los profesores de guardería, de educación infantil y los equipos de orientación escolar tienen la posibilidad de advertir adversidades y aconsejar remitir a los pequeños a especialistas en psiquiatría o psicología infantil.
En el momento en que el niño exhibe la intención de dejarlo, usar pequeños recordatorios es buen estímulo inicial. Luego se prosigue con premios simbólicos que se ponen directamente en el dedo, como un vendaje coloreado, barniz de uñas, o dibujar una estrella de colores con un marcador no tóxico. Se tienen la posibilidad de emplear medidas adicionales como envolver el dedo en un plástico, inmovilizar el codo por la noche para impedir que el niño lo doble o utilizar una sustancia amarga en la uña. No obstante, ninguna de estas medidas debe usarse contra el deseo del niño. Los comportamientos propios de los niños para manejar el estrés son la succión del pulgar, comerse las uñas y, en ocasiones, golpearse la cabeza. Son secuelas efectivas para zanjar una rabieta a corto plazo, pero que está sosteniendo el inconveniente a largo plazo.
El entrenamiento en técnicas de relajación amoldada a pequeños puede ser efectivo en aquellos que hayan adquirido la capacidad bastante para ayudar. El aprendizaje de habilidades sociales, preferentemente en grupo, puede ser muy útil en niños con adversidades para tener relaciones. A continuación garantizamos un esquema general de de qué forma emprender un problema de conducta.
Cuando llega el instante en que el niño debe levantarse, el cuidador le pregunta la razón que ha motivado el tiempo fallecido sin furia ni crítica. No es necesario que el niño exprese remordimiento por la conducta inapropiada mientras esté claro que comprende la razón del tiempo muerto. Sin embargo, los castigos se vuelven ineficaces cuando se abusa de ellos o se emplean de manera inconsistente. Además, las amenazas que reciben los pequeños por parte de sus progenitores tienen la posibilidad de ser perjudiciales desde el punto de vista psicológico. Los ciclos que se autoperpetúan generalmente empiezan en el momento en que un niño es belicoso y fuerte. Los progenitores o cuidadores responden con regañinas, gritos y azotes en las nalgas.
Trastornos De La Conducta
A la hora de abordar un inconveniente, lo primero es elegir con precisión lo que forma para esos progenitores en concreto una conducta problemática de su hijo/a. La base para enfrentar el inconveniente desde la modificación de conducta consiste en ver alén de la conducta y fijarse en el contexto en el que tiene rincón. El marco, junto con las cosas que ocurrieron antes de la conducta y con lo que vino a continuación son aspectos necesarios para entender absolutamente los inconvenientes de conducta en pequeños. La intervención con los pequeños se da de manera grupal una mañana por semana.
Los problemas de conducta no son patrimonio de ninguna clase social. Es evidente que un nivel cultural muy bajo unido a una situación de precariedad laboral y económica es un sustrato realmente fuerte para generar conductas no deseadas y que pueden desembocar en la delincuencia. No obstante, nos encontramos asistiendo a la aparición de formas de proceder delictivas e inclusive criminales en sectores de población joven de clase acomodada. Los inconvenientes de conducta se pueden enseñar bajo distintas formas, si bien las manifestaciones más frecuentes, en niños entre los dos y los cuatro años, radica en plañir, chillar, romper o tirar cosas, golpear, pegar, tirarse al suelo, etc.
Todas y cada una de las intervenciones dirigidas a la detección temprana y la promoción de la salud en estas edades suponen una gran ocasión para prevenir el desarrollo de nosología mental en el futuro. El cuidado de las madres a lo largo de los embarazos, las pautas de educación asertiva, una nutrición equilibrada y unas ocupaciones saludables para el momento de libertad, por poner un ejemplo, disminuyen el riesgo de que se muestre nosología psíquica. En el momento en que los niños se comportan mal, normalmente suelen llamar la atención de sus progenitores de manera negativa, algo que les refuerza de forma negativa y tienen la posibilidad de regresar a hacerlo una y otra vez sólo por recibir la atención de sus progenitores. En este sentido, los progenitores tendrán que prestar atención a los pequeños cuando mejoren su conducta y su comportamiento y no reaccionar en el momento en que los pequeños están comportándose mal.
Las conductas inapropiadas tienen la posibilidad de ser consecuencia de multitud de factores . Es frecuente que se presente algunas de ellas en el ciclo evolutivo “normal”, pero hay que consultar al profesional en el momento en que estas son de mayor frecuencia o magnitud de lo esperado por su edad o son perseverantes en el tiempo. Al igual que pasa con la mayor parte de los pequeños, cualquier hijo adoptado presenta una secuencia de características cognitivas, intelectuales y sentimentales que son consecuencia directa de una serie de componentes muchos internos como externos, algunos de ellos fuera de nuestro control. Las conductas infantiles inapropiadas tienen la posibilidad de presentar cierta “normalidad” en ciertas etapas del ciclo escencial. Sin embargo, cuando la magnitud, continuidad o perseverancia en el tiempo de exactamente las mismas son excesivas, pueden requerir la intervención de un profesional de la salud para corregirlas a tiempo. En ciertos casos la presencia y la rigidez de los problemas de conducta es tan intensa que influye en la interacción popular y escolar, induciendo así a los progenitores, a los instructores y a los cuidadores, por norma general, a invertir mucho tiempo en la búsqueda de una viable solución.
Esa información no debe ser utilizada con fines diagnósticos o de régimen. Solo el profesional de la salud pertinente está facultado para tomar las decisiones adecuadas tras la evaluación del caso concreto. El crecer en entornos marginales o en colectivos de peligro aumenta considerablemente el peligro de enseñar formas de proceder disruptivas en la adolescencia. De todas formas, los modelos parentales, serán el factor determinante.
En la actualidad, la familia se ha convertido en entre las instituciones sociales que más cambió tanto desde el criterio legislativo como en el popular. Cada uno de estos sistemas tiene sus peculiaridades y la conducta manifiesta del niño puede ser explicada, en parte, a estas novedosas situaciones. Hasta el momento en que no está próxima la adolescencia, los primordiales modelos a seguir, en sus facetas, tienden a ser los propios progenitores o hermanos mayores. De nada servirá que le digamos que se comporte de una cierta manera, si los modelos que tiene a su alrededor no son coherentes con lo que le pedimos.